Aceite empleado por las clases altas en el antiguo Egipto; siglos más tarde Mahoma afirmó de él que lo cura todo salvo la muerte. Es un ingrediente de sabor especiado, también adecuado para tratar problemas de la piel como el acné, la psoriasis o el herpes zóster. Se puede utilizar solo o como ingrediente dermocosmético. Un tesoro contra el envejecimiento y una propuesta muy interesante para quienes busquen un complemento alimenticio antiedad.
¿Su secreto? Sus compuestos aromáticos (entre ellos la timoquinona), que le confieren una elevada actividad, a pesar de lo cual se tolera bien.
Breve descripción de la composición:
Una quinta parte de ácidos grasos monoinsaturados (omega 9). Casi dos tercios de ácidos grasos poliinsaturados (omega 6). Posee numerosos principios activos purificadores, inmunoestimuladores, cicatrizantes y/o antioxidantes: aceite esencial de comino negro, nigelina, nigelón (antihistamínico), vitaminas, minerales, etc.
Consejos & trucos:
Caspa: 1 o 2 veces por semana, masajear la cabeza con entre 1 y 3 cucharadas soperas de aceite de comino negro. Calentar el aceite con las manos y masajear el cuero cabelludo. Envolver en una toalla tibia durante entre 1 hora y toda la noche. Aclarar con un champú suave sin sulfatos, siliconas o sustancias etoxiladas.
Consejos:
Uso oral : 10 g (1 una cucharada sopera) al día. Ayuda a reforzar las defensas naturales del organismo. Favorece la digestión. Fuente de ácidos grasos esenciales.
Uso cosmético : Conviene a las pieles secas, irritadas o agrietadas. Se utiliza como anticaída del cabello (en fricciones).
Precauciones:
• No superar la dosis recomendada. • Mantener fuera del alcance de los niños pequeños. • Es recomendable seguir una dieta variada y equilibrada y llevar un estilo de vida saludable. • Mantener lejos de toda fuente de calor y luz.
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